Duque de Pinohermoso, este rejoneador español nació en Roma, en la Embajada de España en El Vaticano. Su afición a la equitación le llevó a participar en concursos hípicos, carreras de caballos, a jugar al polo y a practicar el rejoneo muy acertadamente. En 1946 toreó por vez primera a caballo, también lo hizo a pié. Estuvo en activo hasta el año 1956. Dedicó sus honorarios siempre al Montepío de Toreros. Es autor del Decálogo del rejoneador, que es un conjunto de reglas por las cuales se debe regir el rejoneo, y son las siguientes:
1.- Amarás a los caballos y los trabajarás de tal manera que luego no te protesten durante la lídia. Procura que no los toquen, pues, además de ser feo dificulta la doma.
2.- No hagas uso habitual de los auxiliares.
3.- Déjate ver del enemigo. No entres nunca por sorpresa.
4.- Al clavar, ve de frente y, en el momento de hacerlo, procura que el caballo con perfecta colocación de la cabeza y cuello, mire a la res.
5.- Deja llegar a ésta hasta el propio encuentro del caballo (no al estribo), y clava de arriba a abajo.
6.- Al torear, lleva la res templadamente de un tercio a otro.
7.- En los rejones de muerte, de la manera de llevar estos dependerá del resultado que obtengas.
8.- Las suertes, realízalas en los medios, de ser posible, y si no al sesgo, de dentro a fuera. Por dentro, amparándose en las tablas, no tiene valor alguno.
9.- Será rejoneador el que en estas condiciones no pase en falso. El público también, saldrá ganando.
10.- Cuando intentes algún aire de alta escuela, procura hacerlo correctamente, como si no hubiera toro en la plaza.
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